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La Rolex Sydney Hobart afronta su 75ª edición exhibiendo músculo: cinco supermaxis de 100 pies competirán entre una impresionante flota de 170 barcos, la más numerosa desde las bodas de oro del evento en 1994. La regata más importante del Hemisferio Sur, de 628 millas náuticas entre las dos ciudades más antiguas de Australia, es una cita imprescindible del calendario de competición oceánica desde 1945 y forma parte del dossier de vela Rolex desde 2002.
Desde su estreno en 1945, la Rolex Sydney Hobart ha sabido labrarse un estatus de leyenda que ha ido extendiendo su fama e influencia hasta convertirse en una referencia global. Hoy es considerada una de las regatas oceánicas más duras y reconocidas, una aspiración tanto para regatistas profesionales como amateur, y todo un icono del deporte de Australia. La regata más famosa al sur del ecuador está patrocinada por Rolex desde 2002 como parte de seis décadas de relación de la relojera suiza con el mundo de la vela, está organizada por el Cruising Yacht Club of Australia (CYCA) y el Royal Yacht Club of Tasmania (RYCA), y este año celebra tres cuartos de siglo de historia.
RUMBO SUR
Con 628 millas náuticas (1.163 kilómetros), el recorrido de la Rolex Sydney Hobart constituye un riguroso examen para hombre y máquina. Cada 26 de diciembre despliega su espectáculo en la preciosa bahía de Sídney, con la línea de salida dispuesta sobre un escenario excepcional en el que son fácilmente identificables el Harbour Bridge (desde donde cada 31 de diciembre se realiza un alarde de pirotecnia para recibir el nuevo año) y la Ópera de Sídney. Miles de australianos muestran su respeto a los participantes abarrotando la costa para disfrutar de una de las imágenes más cautivadoras de la vela mundial: los barcos saliendo de la bahía para iniciar su singladura rumbo sur hacia el siempre temido Estrecho de Bass, el tramo de agua que separa la Australia continental de la isla de Tasmania. Aquellos capaces de completar el recorrido son recibidos como héroes en Hobart, la ciudad más meridional del país.
La celebración de esta 75ª edición ha atraído a nada menos que 170 barcos, la participación más numerosa desde el 50º aniversario de 1994, cuando se alcanzó la difícilmente repetible cifra de 371 embarcaciones. Las dimensiones y composición de la flota confirman la popularidad de la navegación oceánica, un desafío que ha ido evolucionando a lo largo de los años pero cuya esencia permanece inalterada. Equipamiento y tecnología nada tienen que ver con los disponibles a bordo de los barcos que participaron en la primera edición de 1945, pero el sentimiento de aventura, especialmente para los equipos menos profesionales, apenas ha variado.
CINCO GIGANTES
Llamados a liderar la flota desde la salida y luchar por la victoria en tiempo real destacan cinco supermaxis de 100 pies de eslora (30,5 metros). No faltará el barco más laureado de la historia del evento, el Wild Oats XI de la familia Oatley, patroneado una vez más por Mark Richards. Ganador en tiempo real en nueve de sus 14 participaciones desde que fue botado en 2005 (incluyendo la edición 2018), el diseño Reichel-Pugh ha ido evolucionado con constantes modificaciones y puestas a punto para defender una merecida fama de máximo aspirante al triunfo. Sus rivales serán el Comanche de Jim Cooney y Samantha Grant (el barco más rápido de la historia en completar el recorrido, con una marca de 1 día, 9 horas, 15 minutos y 24 segundos, establecida en 2017); el Black Jack de Peter Harburg; el InfoTrack de Christian Beck (ganador en 2016 como Perpetual Loyal); y el SHK Scallywag del hongkonés Seng Huang Lee. Las tripulaciones de estos cinco colosos constituyen todo un muestrario de los máximos expertos en navegación oceánica del mundo, los únicos que pueden extraer el máximo rendimiento de estas máquinas de competición dotadas de los últimos avances en ingeniería naval.
A POR LA TATTERSALL CUP
El número de aspirantes se multiplica cuando hablamos de la victoria absoluta. La Tattersall Cup premia al ganador en compensado bajo fórmula IRC, una liga en la que literalmente juegan todos y que a priori no sabe de favoritos. Sí está asegurada la participación de una decena de equipos que ya saben lo que es ganar la Rolex Sydney Hobart, incluyendo al defensor del título, el Reichel Pugh 66 Alive armado por Philip Turner y patroneado por Duncan Hine. Tampoco faltarán los TP52 Ichi Ban (ganador en 2017) y Quest (ganador como Balance en 2015), el Cookson 50 Oskana (ganador como Victoire en 2013), el Sparkman & Stephens 47 Love & War (1974, 1978 y 2006) y el propio Wild Oats XI (2005 y 2012). Entre los debutantes destaca el Beneteau 47.7 Tribal Warrior, el primer barco de tripulación íntegramente formada por aborígenes australianos en la historia del evento. Este año, a la armada local se unen participantes provenientes de China, Estados Unidos, Francia, Hong Kong, Hungría, Irlanda, Polonia y Reino Unido.
El embajador Rolex Sir Ben Ainslie, quíntuple medallista olímpico y mejor regatista del mundo en cuatro ocasiones, debutó en competición oceánica a bordo del Wild Oats XI en la Rolex Sydney Hobart Yacht Race de 2017. El director del sindicato británico de America’s Cup quedó impactado con la experiencia: “Siempre quise participar en regatas oceánicas tras escuchar las historias de mi padre compitiendo alrededor del mundo. Cuando participé en la Rolex Sydney Hobart tuve la suerte de hacerlo a bordo de un maxi de 100 pies. Fue toda una revelación, y la experiencia me ha permitido entender la marinería y deportividad inherentes a estas regatas, especialmente entre los barcos de tripulaciones amateur, que invierten el doble o triple de tiempo en completar el recorrido que los maxis”.